Relaciones sagradas - Primera parte

Si lográramos ver a Dios (*) en los ojos de los otros, reconociendo la participación del ser en el Ser, dejaríamos de enjuiciar, para comprender a los demás.
Nos animaríamos también a sentir compasión, aún por nosotros mismos , y al vivenciarnos tan cerca, e identificarnos con el otro, podríamos sentir AMOR, el verdadero Amor, el que nutre, el que acepta al otro, no como le gustaría que fuera, sino como realmente es.
Por eso las Relaciones Santas o Sagradas son el camino más rápido a Dios, es un compromiso con el Espíritu, es un pacto con Dios con respecto a una persona determinada. Puede ser cualquier persona: alguien a quien amamos mucho, o alguien con la cual no nos llevamos muy bien. Podemos empezar con una persona y después extenderme a otras. Puedo empezar con alguien cercano y querido y una vez “entrenado” seguir adelante. El tema practicarlo y enseñarlo.
Lo ideal es llenar el mundo con relaciones santas y no postergar demasiado la decisión de empezar. Amar a toda la humanidad es necesario, el tema es aprender a amar al que tengo cerca, incluso comienzo a quererme más por el tipo de relaciones que comienzo a sembrar. De allí “Ama a tu prójimo como a ti mismo”.
Convertir a cada persona en un amanecer. ¿Qué me gusta del amanecer, por qué me quedo embelesado? Porque no intento controlarlo. No quiero cambiar lo que la naturaleza me está dando. Así debiera ser con las personas: ayudar a que cada persona se muestre con toda su naturaleza de luz.
Hay ciertos compromisos que yo tomo cuando decido una relación santa. Lo voy a hacer desde el alma.

(*) Cuando digo Dios hablo del Ser Supremo desde cada religión, el creador, la energía suprema que mueve la vida

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