Relaciones Sagradas - Parte 2

1) Me comprometo a no juzgarla, ni criticarla, ni condenarla por nada del mundo.
Nuestra condición como dicen los budistas, es la ilusión, todo es ilusión como estar casi ciegos. Mientras nuestra vida sea manejada por los patrones mentales, es estar ciegos a la realidad solo vemos una pequeña parte y distorsionada por eso: juzgar, criticar y condenar con los demás y con nosotros mismos.
Las crítica vacía, el juzgamiento, si bien surgen del universo mental, también nos va endureciendo emocionalmente y entran al cuerpo. Pero lo que es más importante, nos va separando de nuestro corazón. Porqué? Porque frena el fluir de la vida y nos aleja de la Esencia Universal porque nos estamos separando de nuestra propia esencia divina y por supuesto asentamos nuestra vida a partir del error.
Tenemos que pensar que cuando juzgamos, condenamos, tenemos que separarnos de lo juzgado, de lo criticado y eso nos provoca aislamiento. Es un viaje de la cabeza o del ego que reina cuando nos separamos de los demás.
Hagamos que la Presencia(El Dios que mora en nosotros) se haga cargo de todos los juicios terrenales que puedan ir surgiendo y es seguro que solo nos enviará inspiración divina para cada momento de nuestras relaciones. Es cuestión de práctica y de dar el mando al Yo Real y no a los roles que vivimos, hasta que podamos ser libres expresiones de nuestro YO REAL, y no títeres de nuestros pensamientos que constantemente crean roles o personajes que nos torturan sin parar las 24 horas del día.
Tenemos que dejar de gastar energía en querer tener la razón y empezar a relajar y a simplificar nuestra vida y no enredarnos en lo pegajoso de una crítica o condena. Tenemos tendencia a hacer fallos con respecto a todo y a todos y en forma muy especial hacia nosotros mismos. Aprendamos a dar la otra mejilla en las interpretaciones.
Nos vamos a dar cuenta si la relación es santa (dármica) o si es manejada por el ego o por los patrones mentales (pensamientos y conceptos grabados a fuego):
Si la relación es del ego (kármica), seguramente es compulsiva, especulativa, superficial, inquieta, llena de miedos, acusaciones y culpas.
Una relación santa es libre, amorosa, liviana, tranquila, profunda , íntima, real, sensible.
Es simple darse cuenta si la relación es Santa, tan solo preguntarme: “Qué siento en esta relación?”, “Me siento bien?”, “Me siento tranquilo?”. “¿Me siento liviano?, ¿me siento con energía?” “¿me siento muy demandado o muy demandante?” . En una Relación Santa lo que reina es el respeto y el respeto es comprender la travesía de cada ser en este plano. El respeto es uno de los puntales del verdadero amor.
Muchas veces nos parece que estamos en una relación santa y no es así, y es consecuencia de vivir tanto tiempo en la cabeza, y es como que interpretamos todo en nuestra mente y hasta pensamos que amamos cuando en realidad el amor es algo que se siente. Es posible incluso que el ego nos presente dos alternativas una buena y una mala y pensamos que la buena es una alternativa de nuestra Presencia (Ser interior) y siguen siendo nuestros queridos patrones los que manejan mi vida. Por eso es necesario estar atentos.
De aquí la frase: “Por sus frutos os reconoceréis”. Por supuesto que una relación kármica es propensa a carencias económicas, de salud, situaciones indeseables que se repiten, cosas que se arrastran y no se resuelven porque es evidente que falta la base en esa relación. Lleno de secretos y mentiras. Pequeñas hipocresías de todos los días no para sostener una relación, sino para sostener un miedo o una culpa.
Poco a poco nos vamos a ir sacando los juegos de agresión en nuestras palabras. Decir lo que se siente y luego callar. El resto del tiempo abrir el alma y solo dar AMOR. Cuando siento esto, Dios ocurre en mí, nuestro corazón desborda de energía, mi YO REAL sale a borbotones.

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